En español decimos que «la familia es la brújula que nos guía». A menudo, sin embargo, eso no impide que las familias discutan cuando llega el momento de ponerse de acuerdo sobre qué dirección tomar, con brújula o sin ella. Recuerdo las cautelosas «negociaciones» en mi familia al decidir dónde ir de vacaciones familiares: mi padre quería ir al campo, mi madre a la playa y mi hermano y yo simplemente esperábamos impacientes a que por fin comenzara el viaje.
En mi trabajo como planificadora patrimonial he comprobado muchas veces, desde aquellos días, que hace falta algo más que conjeturas para que los propietarios de empresas familiares determinen la dirección correcta de cara al futuro. Uno de los temas en los que ayudo a mis clientes privados, como parte de los Servicios de Family Office de Julius Baer, es sobre cómo incorporar a la próxima generación en la empresa y en el patrimonio familiar. ¿Cómo puede orientar la dirección de la familia y preparar a los jóvenes impacientes para tomar el rumbo correcto?
La complejidad exige un propósito común
Durante mis conversaciones con los clientes, estos suelen hablarme de las dificultades que entraña la planificación del futuro del patrimonio familiar, de las empresas y de los retos a los que se enfrentan al intentar sortear la enorme complejidad —los obstáculos sociales, regulatorios, fiscales y geográficos— en el seno de sus familias globalizadas y multigeneracionales. Esta complejidad, combinada con el inminente traspaso del patrimonio a la generación del milenio, significa que es más necesario que nunca adoptar un enfoque sistemático para evitar conflictos.
Los costos potenciales de un conflicto de este tipo pueden ser muy altos. Las investigaciones demuestran sistemáticamente que el 70 % de las familias pierde gran parte de su patrimonio en la segunda generación, y el 90 % de estas lo pierde en la tercera. A pesar de ello, en lugar de abordar los temas antes de que surja el conflicto, las familias a veces se ven tentadas a optar por una actitud reactiva que carece de la coordinación y el enfoque de una estrategia meditada.
Si se actúa sin una estrategia, se tiende a satisfacer a algunos miembros de la familia a expensas de otros y, en ocasiones, incluso a reducir el patrimonio familiar o a poner en peligro las necesidades educativas de la siguiente generación. Otro peligro, especialmente con «temas candentes» de inversión, como la gestión responsable del patrimonio, es que sin un propósito claramente definido, las decisiones de inversión pueden reflejar tendencias a corto plazo y las familias podrían perder rápidamente su visión y perspectiva a largo plazo.
Gobernanza basada en valores
Un método de probada eficacia que ayuda a las familias a progresar en armonía es poner en marcha un sistema de buena gobernanza basado en los valores y objetivos fundamentales de la familia. Al fin y al cabo, las familias felices y prósperas no se crean por casualidad, sino que surgen del esfuerzo constante, de la alineación y del replanteamiento de los valores y propósitos individuales.
Una vez que los miembros de la familia reconocen individualmente que su familia es más fuerte cuando avanza con un propósito común y comprenden que llevará tiempo y energía realizar un cambio significativo, me siento con ellos para considerar qué valores y prioridades les importan personalmente y, empleando diversos métodos, seleccionamos un sistema de gobernanza acorde con sus hábitos y comportamientos.
Las estructuras de gobernanza pueden abarcar toda la cadena de valor de la gestión del patrimonio familiar. A menudo nos encontramos con que las familias pueden expresar ciertos valores a través de iniciativas filantrópicas, pero mantienen valores diferentes cuando se trata de gestionar su patrimonio global. Sin embargo, las familias con una clara comprensión de su propósito y sus valores pueden optar por una estrategia más enfocada en la que tanto sus inversiones como sus actividades benéficas reflejen sus valores familiares únicos.
Definir una estrategia eficaz para el traspaso del patrimonio y la sucesión en los puestos clave puede ayudar a profesionalizar la empresa familiar y también el enfoque con respecto a la gestión patrimonial, garantizando que se satisfagan las necesidades de todos y se escuchen todas las voces. Incluso si las generaciones futuras no desean continuar con la empresa familiar, una buena gobernanza familiar puede abordar esta cuestión, preservar el legado familiar y proporcionar educación para la protección del patrimonio.
Cada familia tiene sus características y necesidades propios que la hacen única. Aunque no hay una solución universal para todas las familias, los seis elementos mencionados pueden ayudar a desarrollar una estrategia personalizada que responda a los requerimientos y las necesidades específicos de cada familia.
Con los conocimientos y el apoyo adecuados, es importante que las familias se propongan establecer estructuras de gobernanza eficaces y crear plataformas de comunicación, jurídicas y educativas que permitan a las empresas familiares proteger y preservar con éxito su patrimonio para las generaciones futuras.