Según el prestigioso científico medioambiental Jonathan Foley, el cambio climático puede ser la mayor oportunidad en la historia de la humanidad: «Tenemos que reinventar nuestros sistemas energéticos, nuestros sistemas alimentarios, nuestra industria manufacturera, nuestras ciudades», afirma Foley. El comportamiento de los consumidores sugiere que esta reinvención ya está en marcha. Las estaciones de carga para vehículos eléctricos proliferan en nuestros vecindarios, las empresas techadoras se ven desbordadas de trabajo ante el clamor de los propietarios de viviendas por instalar paneles solares y casi todas las grandes cadenas de supermercados cuentan ya con productos propios como alternativa a la carne.
«Creo que la población en general lleva tiempo siendo consciente del cambio climático, pero en los últimos años se ha generalizado la percepción de que este no solo es real, sino que está ocurriendo ahora y está sucediendo de forma rápida», afirma Nicolas Baumgartner, especialista en inversiones de impacto de Julius Baer. «La gente está experimentando en carne propia los efectos del cambio en los patrones climáticos, como olas de calor, incendios forestales o inundaciones, y se ha dado cuenta de que estos cambios continuarán a menos que hagamos esfuerzos significativos para reducir las emisiones de carbono».
Los incentivos gubernamentales y la normativa regulatoria generan vientos favorables para la inversión climática
Los cambios en el comportamiento de los consumidores constituyen solo uno de los factores que impulsan una auténtica revolución en el funcionamiento de nuestra economía. «El menor costo de la producción de energías renovables es otro factor de enorme importancia», explica Baumgartner. «Hoy en día su costo es más o menos igual, si no incluso más barato, que el del petróleo y el gas, así que no hay razón para pagar un recargo por la producción de energía renovable». Esto contrasta fuertemente con la primera oleada de inversión climática, cuando las tecnologías limpias no eran lo suficientemente competitivas en términos de costos como para ser comercializadas a gran escala.
Además de esto, los incentivos y la regulación de los gobiernos están creando vientos favorables para la inversión climática al fomentar el uso de energías renovables y de productos y soluciones más sostenibles. «Tenemos básicamente dos enfoques», dice Baumgartner. «El enfoque estadounidense se centra en los incentivos, pues la administración Biden ha aprobado una serie de políticas y destinado medio billón de dólares para apoyar las infraestructuras de tecnologías limpias y las nuevas tecnologías relacionadas con el clima. Luego tenemos el enfoque europeo, que se centra más en la introducción de normativas, pero de forma positiva. En virtud del Mecanismo de Ajuste en Frontera por Carbono, por ejemplo, las empresas con sede en la UE tendrán que cumplir las mismas normas sobre emisiones de carbono para los centros de producción situados fuera de Europa que las que se aplicarían si los bienes se produjeran en la UE. Estas normativas no siempre son populares, pero también implican que las instituciones financieras y los fondos del mercado privado tengan que reportar cuál es su impacto sobre el medio ambiente. Esto hace que los inversionistas y las instituciones piensen un poco más en lo que hacen en ese ámbito».
Desarrollo de nuevas tecnologías a lo largo de la cadena de valor
Estos vientos favorables han contribuido a generar un ecosistema en torno a la inversión climática, sobre todo en Estados Unidos y Europa. «Están ocurriendo muchas cosas en Silicon Valley y sus alrededores», afirma Baumgartner. «Los grandes talentos tecnológicos de la zona, que hace unos años podrían haberse dedicado a otras tecnologías, están empezando a darse cuenta de las oportunidades que ofrece la tecnología climática. También en Europa e Israel hay una serie de clústeres, a menudo vinculados a universidades, que desarrollan nuevas ideas».
Quienes participan en la investigación y el desarrollo de estas nuevas tecnologías climáticas no se centran únicamente en las fuentes de energía renovables. «La gente suele tener en mente las turbinas eólicas, pero en realidad, eso solo es una pieza del rompecabezas», dice Baumgartner. «No se trata solo de producir la energía sino de invertir en las tecnologías necesarias para transformar la infraestructura existente. La producción de energía renovable es intermitente; solo es posible cuando hay suficiente viento o sol o agua en el embalse. Así que, necesitamos tecnologías que permitan utilizar acumuladores para almacenar toda esa energía».
Además, se necesitan redes eléctricas para distribuir la energía producida. «No se trata solo de desarrollar la infraestructura, sino también el software para equilibrar demanda y oferta». Baumgartner pone el ejemplo de las nuevas centrales eléctricas virtuales que se autogestionan para suministrar la cantidad adecuada en función de la demanda. «Lo mismo ocurre con los vehículos eléctricos. No se trata solo de fabricar los automóviles, sino de desarrollar el software que garantice que no se carguen todos al mismo tiempo y sobrecarguen la red cuando la electricidad ya está a precios máximos para los clientes».
Uso de la tecnología para proteger la naturaleza
El crecimiento de la población mundial y el riesgo de que disminuyan las tierras de cultivo disponibles debido al cambio climático hacen necesarias nuevas formas de producción de alimentos para abastecer al planeta. La agricultura vertical, las nuevas generaciones de fertilizantes y las tecnologías automatizadas para la agricultura de precisión desempeñarán un papel clave en la transición hacia una producción de alimentos sostenible.
Baumgartner participó recientemente en conversaciones con una empresa en fase inicial que combina la inteligencia artificial con la apicultura para mejorar el rendimiento de los cultivos. «Las abejas son fundamentales para la biodiversidad y el rendimiento de los cultivos gracias a la polinización. Cuantas menos abejas haya, menor será el rendimiento de la cosecha y menor su calidad», afirma. «Esta empresa desarrolla dispositivos que analizan las “conversaciones” entre las abejas para entender cómo se sienten. Al escuchar a las abejas de este modo, la empresa desarrolla soluciones para mejorar su bienestar y, a su vez, las ayuda a potenciar la polinización y aumentar el rendimiento de los cultivos. El uso de tecnologías en combinación con la naturaleza está creando soluciones realmente fascinantes».
Ayudar a las empresas innovadoras a crecer mediante inversiones en el mercado privado
Las inversiones en el mercado privado son claves para fomentar el auge de estas nuevas tecnologías, ya que proporcionan financiamiento para la fase inicial y la de crecimiento, lo cual no está disponible en los mercados públicos. Nicolas recomienda el capital riesgo como la clase de activos más adecuada para los inversionistas que buscan tener un impacto. «A través de los mercados privados se puede invertir directamente en empresas en fase inicial que aún no han salido a bolsa en los mercados públicos. En cierto sentido, usted estaría contribuyendo al crecimiento de empresas innovadoras, proporcionándoles un capital que no está disponible a través de los bancos».
La implicación va más allá de una inyección financiera. «Como inversionista en fondos de capital riesgo, usted también hace posible que las empresas tengan acceso a la experiencia y a los conocimientos de la red de gestores de fondos especializados que trabajarán estrechamente con ellas durante un periodo de, digamos, cinco a ocho años. Esto proporciona un mayor control sobre la empresa que el que obtendría en los mercados públicos, donde tiene muchas menos posibilidades de influir en la gestión empresarial. Es una forma eficaz de garantizar que la empresa cumple ciertos estándares ESG y que los está mejorando», afirma Baumgartner.
En 2022 se obtuvieron más de 82.000 millones de USD de los mercados privados para soluciones climáticas, lo que representa cerca de un tercio de todas las inversiones de capital riesgo realizadas ese año. Dos mercados principales lideran la innovación: Estados Unidos y Europa (incluido Israel).
Diversifique su cartera en términos de rentabilidad e impacto
Como en cualquier estrategia de inversión, la diversidad es un factor importante para optimizar su rentabilidad. «La inversión climática es una categoría muy amplia, por lo que conviene tener exposición a un gran abanico de tecnologías diferentes, ya que algunas crecerán más que otras. Las empresas en fase inicial pueden conllevar un mayor riesgo, pero también podrían ofrecer un mayor potencial».
Como explica nuestro especialista, también es importante diversificar su cartera en términos de impacto. «Se trata de un proceso de selección no solo en el aspecto comercial, sino también en el del impacto. Si solo invierte en un determinado tipo de tecnología de baterías, por ejemplo, se estaría limitando a un campo muy estrecho. Podrían surgir otras tecnologías que sustituyeran a esa batería y la dejaran obsoleta. Así que, resulta crucial pensar de forma holística sobre la inversión climática y su impacto, no solo en términos de riesgo y rentabilidad, sino también en términos del impacto que pueda tener la solución o la tecnología».
Esto confiere especial importancia a la selección del fondo. «Hay muchos gestores de fondos que dicen dedicarse a la inversión climática, por lo que es crucial que pueda confiar en un equipo que examine el mercado, se encargue de la diligencia debida y diferencie las inversiones prometedoras de las menos prometedoras, tanto en términos de rentabilidad como de impacto».
El camino por recorrer: crear un cambio perdurable
¿Qué factores podrían impulsar la inversión climática en el futuro? «No tenemos una bola de cristal para saber qué tecnologías se impondrán», afirma Nicolas. «Está claro que algunas tendrán mejores resultados que otras. Pero si diversifica lo suficiente, se beneficiará de tendencias subyacentes muy potentes, impulsadas por la demanda de los consumidores, las políticas gubernamentales, los acontecimientos geopolíticos y el costo de la producción de energía».
Según explica, la inversión climática también se ha convertido en una atractiva oportunidad de inversión para quienes se centran principalmente en los rendimientos financieros más que en el impacto medioambiental, ya que las circunstancias subyacentes difieren de los factores puramente macroeconómicos. «El clima se ha convertido en un campo temático importante que permite a los inversionistas diversificarse más allá de los sectores más tradicionales. Al igual que podría querer invertir en el sector de la salud o en el inmobiliario porque esos dos sectores no están estrechamente correlacionados, la inversión climática le ofrece una buena manera de diversificar su cartera entre las tecnologías que sustentan la transición energética y sectores tradicionales como la salud y los bienes inmuebles».
Considerando que un número creciente de inversionistas se centra en las soluciones climáticas y que la cantidad de fondos lanzados aumenta cada mes, parece inevitable que el universo de empresas de tecnología climática siga ampliándose en los próximos años. Nicolas cree que es poco probable que se repitan las decepciones que acompañaron al ciclo del Clima 1.0, que se desarrolló hace una década. «Esta vez, el auge de la inversión climática está muy arraigado. La mayoría de las nuevas tecnologías ya funcionan a la perfección. Como el propio cambio climático, la inversión climática no es solo un concepto teórico, sino algo que ya estamos experimentando».