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«Cuando se trata de reducir las emisiones de carbono o de producir energía renovable, de repente son posibles todo tipo de innovaciones que no podíamos ni imaginar hace cinco años», afirma Silvia Wegmann, responsable de la Investment Management Sustainability Boutique de Julius Baer. Cita el ejemplo de un fabricante de paneles aislantes que está estudiando actualmente. «Europa podría reducir su consumo energético en aproximadamente un 35 % gracias a un mejor aislamiento. Sin embargo, los productos aislantes de espuma derivados de combustibles fósiles que dominan el mercado no son reciclables. Actualmente estamos estudiando una empresa que ha desarrollado las tecnologías necesarias para recuperar el plástico del océano y garantizar que sus materiales puedan reutilizarse cuando termine su ciclo de vida».

Silvia y su equipo dedican gran parte de su tiempo a identificar empresas sostenibles para que los clientes inviertan en ellas. Pero, en su opinión, ¿qué significa realmente ser sostenible? «La inversión sostenible se basa en la premisa de que la estrategia y los objetivos de la empresa se fundamentan en factores como el medio ambiente, la sociedad y la gobernanza empresarial», explica Silvia. Su equipo pone especial atención en la innovación. «En nuestra opinión, para que una empresa sea líder en sostenibilidad debe tener visión de futuro. No debe tratarse de una empresa que solo quiera explotar su vaca lechera, sino de una organización que produzca bienes y servicios que serán útiles para la próxima generación».

Según explica, el equipo no busca únicamente abanderados consolidados en el ámbito medioambiental, social y de gobernanza (ESG, por sus siglas en inglés), sino también empresas que persigan una agenda sostenible. «El fabricante de paneles aislantes ronda actualmente el 50 % de sostenibilidad, pero registra una tendencia al alza», afirma. «Casi ninguna empresa, salvo quizá las que fabrican turbinas eólicas o paneles solares, es 100 % sostenible desde el punto de vista medioambiental. La clave está en identificar empresas que vayan en la buena dirección».

Enfoque de cinco pasos
Para identificar a las empresas con un carácter innovador y que piensan en las generaciones futuras, Silvia y sus colegas las analizan en función de cinco dimensiones:

El equipo examina a fondo el historial de cada empresa, lo que a menudo implica reunirse con sus representantes. «Me encanta la interacción con las empresas y los clientes», dice Silvia. «Algunos de ellos operan en el sector automovilístico, otros, en el energético o en el de la salud. Soy una persona muy curiosa, y cuando empiezan a hablarte de su sector, descubres muchos temas nuevos e interesantes. Es la parte del trabajo que más me gusta».

¿Tiene la empresa un fuerte enfoque en los factores ESG?
En un primer paso, se centran en empresas con un fuerte enfoque en los factores ESG, consultando datos de terceros y las calificaciones internas de la metodología ESG de Julius Baer. El proceso de selección abarca sucesivamente cada una de los tres factores ESG. «Nos fijamos en los factores medioambientales, considerando cómo se comporta una empresa en cuanto a la protección de la naturaleza a través de indicadores como las emisiones de gases de efecto invernadero, el agotamiento de los recursos y la pérdida de biodiversidad. A continuación, nos fijamos en los factores sociales, examinando cómo gestiona una empresa sus relaciones con los empleados, proveedores, clientes y la comunidad. Seguidamente, examinamos cómo está gobernada la empresa, analizando temas como el soborno y el fraude, la remuneración de los ejecutivos y la diversidad del consejo de administración».

Una vez que el equipo ha examinado cada uno de estos factores ESG, centra su atención en la propia empresa. ¿Está expuesta a algún riesgo ESG en su sector? ¿Se aplican prácticas de gestión para mitigar dichos riesgos? ¿Se han detectado casos controvertidos y se ha determinado su gravedad? Al final del proceso de selección, se asigna a las empresas una puntuación de entre 3 y -3 para cada dimensión. El resultado es una evaluación global de la empresa en uno de los tres grupos: «tradicional», «responsable» o «sostenible».

En esta primera fase también se excluye a determinadas empresas de la selección. «No invertimos en ninguna empresa relacionada con la producción de armas», afirma Silvia. «También excluimos a los países que no tienen un planteamiento democrático o no cumplen la Convención de los Derechos Humanos. Por ejemplo, excluimos las inversiones en bonos de empresas de países que aún aplican la pena de muerte».

¿Cómo se estructura y gestiona la gobernanza de la empresa?
Como segundo paso, el equipo realiza un análisis de gobernanza, determinando si la empresa en cuestión tiene objetivos sostenibles para su dirección. Dado que muchas innovaciones no se materializarán hasta dentro de varios años, es importante que una empresa sea gestionada por un equipo directivo con objetivos a largo plazo.

«En el pasado, las evaluaciones de la buena gobernanza se centraban sobre todo en temas como la corrupción, el soborno o el fraude», dice Silvia. «Pero eso era demasiado limitado. La gobernanza también está relacionada con la suma que la dirección de la empresa decide gastar en investigación y desarrollo. También tiene que ver con la forma en que tratan a sus accionistas y grupos de interés: sus empleados, sus proveedores, las comunidades en las que operan y la sociedad en general», explica Silvia. «Si una empresa produce emisiones elevadas que perjudican a las comunidades vecinas y su dirección no ha tomado medidas para revertir esta situación, quizá por razones de rentabilidad, difícilmente podría decirse que está actuando de forma sostenible».

Durante este análisis de la gobernanza, el equipo también verifica elementos como la contabilidad y los gastos de capital. «Muchas empresas pequeñas son muy innovadoras, pero no responden bien en términos financieros», afirma Silvia. «No ofrecen rendimientos positivos o quizá solo tienen una única línea de productos o uno o dos clientes principales. Por lo tanto, consideramos si las empresas están suficientemente diversificadas. Tendemos a fijarnos más en las empresas de mediana y gran capitalización que en las de pequeña capitalización. Las empresas más pequeñas pueden tener innovaciones interesantes, pero si no ganan dinero, son demasiado arriesgadas para invertir en ellas el dinero de nuestros clientes».

¿Se aprecia una temática principal?
Tras estos dos primeros pasos, el universo de inversión suele quedar reducido a unas 650 empresas. A continuación, en lugar de limitarse a hacer una selección de las «mejores de su clase», el equipo examina hasta qué punto la empresa encaja dentro del enfoque temático propio de Julius Baer, que incluye tres factores ambientales (agua, bajas emisiones de carbono y eficiencia de recursos), así como tres factores sociales (nutrición, salud y empoderamiento económico).

«Adoptamos un enfoque activo y no pasivo en cuanto a la sostenibilidad. No se trata de escudriñar los datos financieros y luego confiar en encontrar por casualidad una empresa que cumpla nuestros requisitos de sostenibilidad. Comprobamos los datos de la empresa en materia de sostenibilidad en función de nuestros temas principales antes incluso de examinar sus datos financieros, y no al revés», explica Silvia.

¿Cuál es la situación financiera de la empresa?
El cuarto paso consiste en un análisis financiero fundamental de la empresa. Al fin y al cabo, aunque quienes realizan inversiones sostenibles apoyan a las empresas que operan de forma responsable y con visión de futuro, siguen esperando que sus inversiones ofrezcan perspectivas de rentabilidad constante. «Nos fijamos en la solidez financiera de una empresa, mientras que nuestro “estilo de inversión” es más bien “calidad para el crecimiento”»*, explica Silvia. «Nos interesa comprobar que la empresa tiene un balance, un apalancamiento, una rentabilidad y una asignación de capital sólidos, así como un flujo de caja saludable».

Como último paso para garantizar el seguimiento continuo de la selección, Silvia y su equipo llevan a cabo un intercambio semanal dentro de su equipo de confección de carteras de sostenibilidad, durante el cual recaban las opiniones del Comité de Inversión de Julius Baer, intercambian puntos de vista sobre tendencias y temas de sostenibilidad, y modelan las carteras, el posicionamiento y el rendimiento.

Informes cada vez más consistentes
La importancia que los consumidores y los inversionistas están dando a la sostenibilidad ha generado preocupación por el «ecoblanqueo» o «lavado verde», una táctica mediante la cual las empresas hacen afirmaciones vagas o exageradas sobre sus credenciales de sostenibilidad o encubren prácticas insostenibles con una capa de marketing «verde». Sin embargo, Silvia cree que esta táctica irá desapareciendo a medida que resulte más fácil realizar un seguimiento y comparar en negro sobre blanco los datos de sostenibilidad de las empresas.

«Las empresas se vieron de repente bajo presión cuando se introdujeron las nuevas normativas y metas ESG, como alcanzar el cero neto en emisiones para 2050, y algunas de ellas pueden haber hecho recortes», afirma. «Pero los requerimientos en cuanto a divulgación de datos son cada vez más claros y estrictos, lo que deja menos margen de maniobra. Si una compañía petrolera afirma que alcanzará el cero neto en emisiones en 2050, tendrá que respaldarlo mostrando la reducción de emisiones de CO2 en sus informes anuales».

Al repasar el desarrollo de la inversión sostenible a lo largo de su carrera, Silvia cita la introducción del primer índice ESG por parte de MSCI como un punto de inflexión para disipar los mitos sobre la inversión sostenible. «Esto supuso que por fin podíamos remitirnos a pruebas objetivas de que la sostenibilidad podía sustentar el rendimiento. Antes de eso, simplemente se asumía que las inversiones sostenibles obtenían peores resultados porque estas empresas gastaban dinero a cambio de nada solo para “hacer el bien”».

Tras 16 años en este campo, Silvia afirma que no existen costos de oportunidad a la hora de invertir de forma sostenible. «Sin embargo, no se puede adoptar una perspectiva de inversión a corto plazo», afirma. «Se trata de jugar a largo plazo».

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