En primer lugar, es importante entender los términos relativos a los activos digitales. Cualquier cosa en formato digital que tenga un valor, una propiedad establecida y sea identificable, se considera por definición un activo digital. Algunos de los activos digitales más conocidos son los videos, las imágenes, los libros digitales, las criptomonedas y los tokens no fungibles (NFT, por sus siglas en inglés). Los NFT son activos criptográficos basados en una cadena de bloques («blockchain») que representan un elemento digital intangible y único, es decir, que no pueden copiarse ni multiplicarse. Recientemente, los NFT han experimentado un auge en el mercado del coleccionismo de arte.
Una cadena de bloques enlaza bloques de datos protegidos que registran las transacciones de activos digitales. La tecnología de cadena de bloques no solo permite el registro de las transacciones, sino también que los individuos realicen operaciones directamente entre sí de forma segura, sin intermediarios como un banco o una entidad gubernamental. La ventaja de la combinación de los activos digitales con la cadena de bloques es que estos pueden emitirse con mayor rapidez que los activos físicos o en papel, las transacciones son más rápidas y los costos administrativos y de almacenamiento son menores.
Avances recientes en el ámbito de los activos digitales
El mercado de activos digitales se encuentra aún en una fase incipiente. Sin embargo, se han producido avances recientes que facilitan a las instituciones filantrópicas su participación en el mercado.
Aunque las donaciones de activos digitales son todavía poco frecuentes, se están utilizando varias vías potenciales. En primer lugar, se pueden hacer donaciones en criptoactivos. Una organización sin ánimo de lucro necesitaría su propia cuenta de criptoactivos para aceptar la donación. Después, puede conservar los activos o convertirlos en dinero fiduciario. El dinero fiduciario está respaldado por el gobierno de un país en lugar de por una mercancía física o un instrumento financiero. Esto significa que la mayoría de las monedas y billetes que se utilizan en todo el mundo son dinero fiduciario.
La segunda opción es donar un NFT. Aunque el mercado de criptomonedas ha sido muy volátil, el interés por los NFT sigue creciendo. Los NFT pueden representar arte, integrar gratificaciones u ofrecer experiencias que «el dinero no puede comprar», proporcionando futuras oportunidades a las instituciones filantrópicas. Además, los NFT pueden negociarse a través de subastas o plataformas. En lugar de donar dinero en efectivo o criptomonedas, un donante podría dar NFT a una organización benéfica que podría emitir y conceder licencias sobre ellos y generar ingresos.
Otra opción es que las organizaciones benéficas creen sus propios NFT y los ofrezcan a los donantes como gratificación por sus donativos; por ejemplo, podría tratarse de una entrada para un evento benéfico o un video sobre el proyecto financiado. En Suiza, una organización local sin ánimo de lucro para personas mayores subastó con éxito NFT con el fin de recaudar fondos para su nueva sucursal en el metaverso. Otro ejemplo reciente en el ámbito internacional es «Charity Kiss», una colección de NFT que podría crear un ciclo infinito de donaciones, pues hasta un 70 % de la primera venta se destina a obras benéficas y el 14 % de la segunda venta se transfiere a fines caritativos.
Ventajas de los activos digitales para donantes y organizaciones benéficas
La aplicación de la tecnología de cadena de bloques puede ser útil en la recaudación de fondos y la captación de donantes, la gobernanza de las organizaciones sin ánimo de lucro y la prestación de servicios, especialmente en el ámbito de la filantropía transfronteriza. La pandemia aceleró significativamente estos avances, ya que durante esta las interacciones físicas eran limitadas, cuando no imposibles.
Las principales ventajas de los activos digitales son su potencial de acceso, transferibilidad y transparencia. Sobre la base de contratos inteligentes en una cadena de bloques, los donantes podrían hacer seguimiento al flujo de dinero desde su donación, pasando por las organizaciones benéficas, hasta llegar a los beneficiarios y, de este modo, asegurarse de que sus donaciones tienen un impacto directo y no acaban en canales de corrupción. Además, las donaciones de activos digitales pueden ofrecer ventajas fiscales en comparación con la venta de los tokens y la donación de los ingresos en dinero fiduciario después de deducir los impuestos. Por otra parte, estos beneficios fiscales limitan las posibilidades de los gobiernos locales de obtener ingresos fiscales propios, especialmente en los países más pobres y menos industrializados.
Otra ventaja para las organizaciones benéficas es que los activos digitales son fáciles de transferir y los beneficiarios pueden acceder a ellos fácilmente. Los principales requisitos son el acceso a redes digitales y la posibilidad de convertir los activos digitales en moneda local.
En los últimos años se ha creado un número creciente de plataformas que promueven las donaciones de activos digitales. Algunos de los ejemplos más conocidos son BitGive, Blockchain Charity Foundation o Give Crypto Foundation. Hoy en día, la mayoría de las ONG más conocidas aceptan donaciones de activos digitales.
Riesgos de aceptar las donaciones
Aunque los beneficios son muchos, no se puede negar el alto riesgo de volatilidad de los activos digitales. Las organizaciones benéficas que aceptan donativos tienden a convertirlos rápidamente en su moneda local. Sin embargo, también es posible que algunas organizaciones benéficas decidan conservarlos deliberadamente por razones de diversificación.
Otro asunto a considerar es el riesgo reputacional. Para muchos donantes tradicionales, los activos digitales tienen connotaciones más bien negativas. Por lo tanto, aceptar y reportar activos digitales podría tener un efecto negativo sobre la reputación y perjudicar las donaciones procedentes de fuentes convencionales.
Si las organizaciones benéficas conservan los activos digitales sin convertirlos, también se enfrentan a una menor flexibilidad. Muchas plataformas utilizan sus propios tokens como moneda y solo ofrecen opciones restringidas para canjearlos por efectivo. En consecuencia, las organizaciones benéficas se ven obligadas a realizar transacciones a través de la plataforma para lograr que las donaciones produzcan un impacto.
Una consecuencia a la que se presta mayor atención es la llamada «filantropía de vigilancia», es decir, el deseo de los donantes de seguir su dinero limita el potencial de las organizaciones benéficas para reaccionar rápidamente ante nuevas demandas. Con las nuevas posibilidades de trazabilidad y transparencia para los donantes, las organizaciones benéficas dependen aún más de la influencia de estos. Al mismo tiempo, los beneficiarios y sus representantes pierden poder de influencia.
Por lo tanto, es posible que asuntos innovadores o necesidades urgentes de los beneficiarios no reciban respaldo porque no encajan en los propósitos estipulados para las donaciones. Esto contradice otra tendencia que está surgiendo desde la pandemia y es que cada vez más donantes optan por la «filantropía basada en la confianza» para permitir una utilización flexible de los fondos allí donde se necesitan con más urgencia.
Por lo general, las organizaciones benéficas que no aceptan donaciones de activos digitales no están preparadas para mantenerlos como parte de un portafolio diversificado o están sujetas a restricciones debido al marco normativo en el que operan (licencias, presentación de informes, requisitos de custodia). Sin embargo, algunas organizaciones benéficas las rechazan por motivos medioambientales. La minería de criptomonedas consume mucha energía, lo que entra en conflicto con los objetivos de protección medioambiental de algunas ONG. Sin embargo, a medida que la tecnología avance y se lancen desarrollos como los criptoactivos «verdes», es posible que estas reservas disminuyan. Smart contracts for better charity governance
La tecnología de cadena de bloques puede contribuir a una gestión más eficaz de las organizaciones sin ánimo de lucro, ya que todas las funciones de los organismos reguladores de las organizaciones benéficas podrían automatizarse mediante contratos inteligentes. El registro, las cuentas anuales y los informes periódicos con información en tiempo real a través de la cadena de bloques podrían reducir los costos de supervisión. Sin embargo, no hay que subestimar el riesgo de que estos mecanismos generen monopolios y consecuencias no deseadas para las organizaciones benéficas y los beneficiarios, como el predominio de los donantes con respecto a la delimitación de los propósitos de la donación descrito anteriormente.
¿Cuál es el perfil de los donantes de activos digitales?
A pesar de la volatilidad del mercado, el número de inversionistas en activos digitales no deja de aumentar. Por tanto, no existe un único tipo de donante de activos digitales. Aunque lo más probable es que se les pueda describir como la nueva generación interesada en la tecnología y abierta a nuevas formas de financiamiento.
Este tipo de donante estará interesado en un compromiso más personal, posibilidades de seguimiento para actividades futuras e influencia directa sobre las decisiones que se tomen en relación con su donación.
En general, los activos digitales tienen el potencial de ampliar el universo de donantes para las organizaciones benéficas, en particular, con el fin de incluir a más donantes jóvenes. Los estudios muestran que los «millennials» y la generación Z son más propensos que el resto a poseer activos digitales, y muchos están empezando a implicarse en la filantropía al tiempo que se produce la gran transferencia de riqueza.
Esta publicación es una versión editada de publicaciones recientes del Centro de Estudios Filantrópicos (CEPS) de la Universidad de Basilea. Los puntos de vista y opiniones expresados en este artículo pertenecen a los respectivos autores.
Tenga en cuenta lo siguiente: la información proporcionada tiene fines exclusivamente educativos.