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A grandes rasgos, puede decirse que el trabajo de los padres tiene dos facetas. Por una parte, se trata de dar: dedicar tiempo a los hijos, darles cariño, atención y comprensión, y mostrar interés por sus actividades y pasiones. Por otra parte, se trata de poner límites: estructurar, orientar, imponer normas y hacer que se responsabilicen de su comportamiento. Esta doble responsabilidad puede hacer que muchos padres se debatan entre «¿les estoy dando lo suficiente?» y «¿estoy siendo demasiado generoso?».

Para los padres con grandes patrimonios, capaces de compartir con sus hijos no solo su amor y atención, sino también un importante patrimonio financiero, estas cuestiones pueden provocar una particular ansiedad, pues deben encontrar un difícil equilibrio entre la voluntad de dar a sus hijos las mejores oportunidades en la vida y el temor a crear una sensación de privilegio e impedir así que su hijo sea capaz de forjar su carácter y aprender importantes lecciones en la vida.

Acabar con el tabú en torno al dinero

Como en cualquier otra relación, superar los desafíos de manera satisfactoria depende de una buena comunicación. Hablar pronto con sus hijos sobre el patrimonio familiar y sus responsabilidades respecto al dinero les dará mejores oportunidades de éxito. Sin embargo, es fundamental que las conversaciones sobre patrimonio se adecuen a la edad del niño y vayan evolucionando con el tiempo en función de su marco de referencia y de su capacidad para asimilar la información.

La elaboración de presupuestos, el ahorro, la generosidad, el endeudamiento y el espíritu emprendedor son valores en el ámbito financiero que los padres acaudalados pueden discutir con sus hijos durante sus años de formación. Con los niños pequeños, por ejemplo, se trata de encontrar momentos de enseñanza cada día, como explicándoles lo que cuesta comprar algo o ayudándoles a contar dinero para que se hagan una idea de lo que valen las cosas.

En la adolescencia, puede introducir temas como la banca y la elaboración de presupuestos, así como aspectos básicos de la inversión, como la renta variable, el uso del endeudamiento o el riesgo y el beneficio.

Más adelante, cuando se acerque el momento en que deban abandonar el hogar para ir a la universidad o para trabajar, o tal vez cuando se esté acercando el momento de una importante transferencia de activos, deberá profundizar sobre la cuantía del patrimonio familiar, la forma en que usted lo acumuló y qué parte de ese patrimonio se les transmitirá en qué etapa de sus vidas. Normalice la discusión para que no sea algo «de otro mundo»: se trata de su mundo.

Destacar la importancia del trabajo

Una de las razones que suelen aducir los padres adinerados para no hablar de su patrimonio con sus hijos es el temor a socavar su ética de trabajo. Al fin y al cabo, aunque haya acumulado suficiente riqueza para que sus descendientes nunca tengan que trabajar, el empleo remunerado implica algo más que una recompensa económica. Al utilizar nuestros dones y talentos para contribuir a la sociedad, ganamos en autoestima. Por el contrario, sin el imperativo económico de trabajar, los hijos de padres adinerados pueden ir a la deriva por la vida sin un propósito.

Una forma de transmitir sus expectativas sobre el trabajo es exigir a sus hijos que participen en diferentes tareas, siempre a un nivel apropiado para su edad. Puede tratarse de tareas domésticas para los más pequeños o de un trabajo remunerado para los mayores. Aunque sea llevando a su hijo adolescente a su oficina, encontrar la manera de que obtenga recompensas económicas a cambio de su esfuerzo es una valiosa lección de vida.

Como todos los padres saben, los hechos hablan más que las palabras. Para los hijos es beneficioso ver que sus padres llevan una vida activa, tanto si esa actividad es remunerada como voluntaria.

Persiga vocaciones significativas en su propia vida que coincidan con sus valores, talentos e intereses y que le permitan hacer una contribución al mundo, incluso si ha pasado a un segundo plano en su propia empresa. Comparta con sus hijos historias y reflexiones sobre su trabajo actual y pasado, los empleos que le gustaron y los que no, y lo que aprendió de esas experiencias.

Inculcar el sentido de la filantropía

Educar a sus hijos para que sean buenos administradores del patrimonio familiar, también implica ayudarles a ver más allá de las cosas materiales que pueden obtener con el dinero y a comprender el poder de este para tener un impacto positivo en la sociedad que les rodea. Anímelos a considerar el dinero como una herramienta, no como un juguete.

Quienes muestran un mayor nivel de compromiso con la filantropía suelen ser aquellos que se ensucian las manos participando en trabajos de voluntariado. Ayude a sus hijos a desarrollar su propia generosidad mediante actos de servicio comunitario o voluntariado. De este modo, cosecharán personalmente los beneficios de hacer del mundo un lugar mejor y disfrutarán de los efectos positivos de la generosidad. Incluya a sus hijos en sus iniciativas filantrópicas y de voluntariado y obtendrán así una mejor perspectiva de su propia buena fortuna, así como un refuerzo positivo del dar frente al recibir.

Un aspecto importante es permitir a sus herederos manifestar sus propias ideas sobre las actividades a realizar, incluso si su familia tiene una tradición de iniciativas filantrópicas en un área determinada o expectativas sobre los valores a apoyar. Capacítelos para seleccionar y dar forma activamente al trabajo que realizan las organizaciones benéficas y experimentar la diferencia que puede marcar el dinero.

Jugar a largo plazo

En todas las conversaciones que mantenga con sus hijos sobre la gestión del patrimonio familiar, recuerde que el estilo de vida del que ellos disfrutan se basa en su éxito financiero y puede no ser necesariamente el estilo de vida que ellos puedan alcanzar cuando se independicen. Su responsabilidad es prepararles de la mejor manera posible para la vida que les espera cuando hayan abandonado el nido.

Esto requiere algo más que una simple conversación. El objetivo final es que, mediante conversaciones periódicas, se asegure de que sus herederos desarrollen una actitud sana hacia el dinero que les prepare de la mejor manera posible para utilizar su posición privilegiada como plataforma de lanzamiento hacia una vida plena y segura.

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