¿A qué nos referimos?
Aunque anticipamos los altibajos habituales en 2025, las perspectivas generales de inversión son positivas y mantenemos las inversiones. Con el crecimiento de los beneficios a punto de cobrar impulso y los rendimientos de los bonos corporativos todavía atractivos, vemos oportunidades tanto en renta variable como en renta fija corporativa. Al mismo tiempo, reconocemos que, tras dos años muy buenos para el mercado estadounidense, podría avecinarse una corrección, por lo que bien puede haber períodos en los que convenga darle prioridad a la preservación del capital. El universo de inversión está expandiéndose rápidamente, abarcando desde mercados privados a fondos de cobertura y hasta activos digitales, sin pasar por alto el oro, que también es una opción interesante. Un campo de inversión cada vez más amplio se traduce en un conjunto de oportunidades cada vez mayor para las carteras diversificadas.
Es probable que 2025 esté marcado por acuerdos fiscales, geopolíticos y empresariales. Sin embargo, como ocurre con cualquier acuerdo, lo fundamental será hacerlo bien. Esto es válido, en particular, para los responsables políticos mundiales, que se han comprometido a generar un mayor crecimiento. En Estados Unidos (EE. UU.), los previstos recortes fiscales y la desregulación podrían impulsar considerablemente la economía. No obstante, los responsables políticos tendrán que tener cuidado de no desatar nuevamente las fuerzas inflacionarias. Mientras tanto, los países europeos se ven presionados para enfrentar su débil crecimiento. Aunque la reducción de las tasas de interés puede ofrecer cierto alivio, es evidente la necesidad de reformas estructurales y estímulos fiscales sólidos. El impacto de cualquier arancel de Trump es un reto adicional. En China, estos aranceles ejercerían una presión extra sobre los responsables políticos para que apliquen medidas de estímulo fiscal significativas que estabilicen el mercado inmobiliario y fomenten el consumo.
La buena noticia es que la inflación ha dejado de ser el principal desafío para los responsables de política económica. Esto permite a los principales bancos centrales adoptar una postura más flexible y reducir las tasas de interés. Mientras que algunos, como el Banco Central Europeo, podrían necesitar recortes más profundos, otros, como la Reserva Federal de EE. UU., podrán optar por ajustes más moderados. En este contexto, seguimos viendo un entorno de inversión atractivo en 2025.
Renta variable: un campo de inversión más amplio
La renta variable sigue siendo la clase de activo preferida de nuestros analistas, quienes ven cualquier corrección como una oportunidad de inversión. A medida que el crecimiento de los beneficios se acelere y el mercado gane amplitud, los inversionistas podrán diversificar hacia sectores más cíclicos. Los segmentos preferidos de nuestros analistas son el industrial, el financiero estadounidense y las empresas de mediana capitalización de calidad.
Renta fija: aprovechar las oportunidades
Un mayor crecimiento nominal estadounidense, impulsado tanto por el crecimiento real como por la inflación, sugiere rendimientos más altos por más tiempo. Esto implica una preferencia por una exposición razonable a los bonos corporativos frente a los bonos del Tesoro estadounidense. Las empresas estadounidenses con baja calificación crediticia y una duración equilibrada (de 3 a 7 años) están en una posición ideal. Para los inversionistas que buscan mayores rendimientos, los bonos estadounidenses de alto rendimiento podrían obtener buenos resultados en un contexto de mayor crecimiento y menores tasas de impago. Estos ofrecen un «carry» atractivo, aunque las valoraciones son elevadas. En Europa, donde el crecimiento es más débil y la inflación es menor, el enfoque debería centrarse en la calidad, con especial atención a los bonos con mayor duración.
Oro: sigue brillando
A más largo plazo, los principales mercados emergentes probablemente seguirán acumulando oro como cobertura frente a las presiones económicas provenientes de las economías occidentales, particularmente en un contexto de recortes de tasas de interés. Creemos, por lo tanto, que las perspectivas a largo plazo para el oro se condicen con las perspectivas a corto plazo.
Divisas: las tasas de interés importan, pero no son el único factor
Los analistas proyectan que el USD mantendrá su fortaleza, respaldado por el sólido crecimiento económico en EE. UU., si bien el aumento de la deuda fiscal podría representar un riesgo a largo plazo. Prevemos que el USD opere en su banda de fluctuación en 2025. El EUR enfrenta los desafíos que suponen una economía europea débil y la incertidumbre política, pero muchos de esos desafíos ya están descontados. La prima de refugio del CHF está justificada, incluso ante unas tasas de interés ya bajas y en descenso.
Inversiones alternativas: construyendo una cartera resiliente
La desregulación en EE. UU. podría dar lugar a un aumento de las fusiones y adquisiciones, lo que probablemente beneficiaría a los fondos de adquisición y a los mercados privados en general. Las estrategias de préstamo directo ofrecen rendimientos superiores y pérdidas históricamente bajas en un momento en que los diferenciales del mercado público son estrechos. También hay una verdadera necesidad global de inversión en infraestructuras, que puede representar una fuente de ingresos, protección contra la inflación y exposición diversificada para los inversionistas. Por su parte, los fondos de cobertura multiestrategia podrían encontrar un entorno propicio, especialmente durante períodos de volatilidad, cuando sus técnicas avanzadas de inversión les permitirían aprovechar oportunidades únicas.
¿Qué significa esto para los inversionistas?
Por supuesto, como en cualquier año, también hay riesgos. Entre las interrogantes a tener en cuenta en 2025 se destacan las tensiones geopolíticas, los posibles cortes de infraestructura, la política estadounidense, errores potenciales en las políticas monetarias o fiscales y los conflictos comerciales. También pueden surgir riesgos imprevistos que deberán ser gestionados a medida que se presenten. Los argumentos sobre por qué el presente no es un buen momento para invertir nunca parecen pasar de moda. Sin embargo, no invertir significa dejar que la inflación se coma el valor real de sus activos y renunciar a una rentabilidad potencial demasiado valiosa, especialmente cuando el entorno de inversión para 2025 parece muy prometedor. Obtenga más información sobre el entorno de inversión en nuestro Market Outlook 2025.