Para los funcionarios del sector de la salud pública, la salud mental ya era motivo de gran preocupación mucho antes de que la COVID-19 fuera declarada pandemia mundial a principios de 2020. Aunque la pandemia de COVID-19 ha hecho que la atención se centre en el efecto de la espiral de los costos médicos sobre el acceso equitativo a la atención sanitaria, también hizo aflorar los problemas de salud mental. Esta emergencia de salud pública sin precedentes no hizo más que poner de manifiesto la difícil situación de las personas que padecen trastornos de salud mental, debido a la perturbación que se produjo en todos los aspectos de la vida durante los últimos dos años. No se trata solo de que algunas personas hayan experimentado una mayor sensación de aislamiento debido a la educación virtual desde el hogar, al teletrabajo y a la obligación de permanecer en cuarentena, sino que algunas también sintieron temor de contagiarse de COVID-19 y sufrieron dificultades económicas severas debido a la pérdida de oportunidades de empleo.
Cifras inquietantes
La salud mental de los jóvenes ha sido objeto de especial atención, ya que al 13 % de las personas entre 10 y 19 años en todo el mundo le fue diagnosticado un trastorno de salud mental. La prevalencia mundial de los trastornos de ansiedad y depresión aumentó un 25 % en el primer año de la pandemia de COVID-19, según un artículo de The Lancet. En Estados Unidos, por ejemplo, el porcentaje de adultos con síntomas de un trastorno de ansiedad o depresión aumentó significativamente entre agosto de 2020 y enero de 2021. Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos, los adultos estadounidenses más jóvenes eran más propensos a ver afectado su bienestar mental debido a la emergencia de salud pública que la población de mayor edad. En general, casi uno de cada cuatro adultos estadounidenses experimentó síntomas relacionados con la ansiedad o la depresión. Aunque necesitaban asesoramiento o terapia para tratar sus problemas de salud mental durante este periodo, al parecer no lo recibieron por falta de recursos o por otras razones personales.
Posibles fuentes de estrés
Mientras el mundo sigue luchando contra la tensión provocada por la prolongación de la pandemia, la guerra en Ucrania también está provocando un resurgimiento de la ansiedad y el miedo en relación con la posibilidad de que el conflicto se extienda a otras partes del mundo. Aunque es comprensible que muchas personas estén preocupadas por el desarrollo de este drama, las constantes actualizaciones de las noticias sobre la turbulencia geopolítica en Ucrania también pueden conducir a niveles elevados de estrés, ansiedad o depresión. Seguir la evolución de la creciente crisis humanitaria minuto a minuto puede tener un precio. Las investigaciones sugieren que la intensa cobertura de acontecimientos traumáticos como las guerras a través de los medios y las redes sociales puede afectar la salud mental de los espectadores. Tal como indica la última encuesta de la Asociación Americana de Psicología, aproximadamente el 80 % de los estadounidenses consideran que la invasión rusa de Ucrania y las posibles represalias son una fuente importante de estrés para ellos. Dado que los niveles de estrés han alcanzado proporciones alarmantes en el país, el presidente Joe Biden se vio forzado a afrontar el problema al que se enfrenta la nación instando a «proporcionar a todos los estadounidenses los servicios de salud mental que necesiten» en un discurso del estado de la Unión.
Sensibilización sobre la salud mental
A nivel global, el empeoramiento potencial de las condiciones de salud mental ha hecho que el 90 % de los países de todo el mundo se preocupen por la salud mental y el apoyo psicosocial de sus residentes. Es importante mencionar que las personas con trastornos mentales graves mueren prematuramente (hasta dos décadas antes que otras) debido a afecciones físicas que pueden ser prevenidas. No obstante, sigue habiendo importantes brechas y preocupaciones. Mientras que las naciones más ricas tienen más posibilidades de ofrecer apoyo en línea en lugar de una asistencia presencial, el uso de métodos de consulta digitales sigue siendo un reto importante para los países con escasos recursos. Además, las personas con problemas de salud mental también son más propensas a sufrir discriminación y estigmatización. La OMS calcula que hay unos 270 millones de personas que sufren depresión en todo el mundo. Según las conclusiones del organismo internacional con sede en Ginebra, los problemas de salud mental, como la depresión y los trastornos de ansiedad, cuestan a la economía mundial casi un billón de dólares al año debido a la pérdida de productividad. Estas pérdidas hacen que sea imperativo que los gobiernos tomen medidas para solucionar el problema.
Factor cultural
Los habitantes de la región de Asia-Pacífico se vieron menos afectados por la COVID-19 en comparación con los del sur de Asia, Sudamérica o el norte de África y Oriente Medio. Muchos factores pueden explicar la diferencia entre estas regiones. Estas están asociadas a la ansiedad y la depresión inducidas por la pandemia, y al fuerte apoyo familiar durante la crisis sanitaria.
En los países anglosajones, la gente habla abiertamente de sus trastornos de ansiedad y depresión con más frecuencia que la población de la región de Asia-Pacífico. En otras palabras, las personas de ciertas culturas pueden estar más dispuestas a buscar asistencia médica cara a cara con un médico en un centro de salud de ladrillo y cemento que las demás. Por lo tanto, la adopción de tecnologías médicas digitales, especialmente en forma de consultas en línea, puede ayudar a eliminar algunas de las reservas y a evitar el estigma social al que se enfrentan los pacientes si piden asesoramiento a un médico en línea.
Hoy en día, las fuentes de estrés incluyen principalmente la angustia generalizada y el sentimiento de pérdida, las continuas dificultades de la población vulnerable, el desarrollo de los niños, así como la capacidad de hacer frente al aumento de las facturas de energía y de los costos de los comestibles, agravado aún más por la crisis humanitaria en Ucrania. Cada vez más personas toman conciencia acerca de la existencia de un contexto que provoca ansiedad. Por suerte, los problemas de salud mental ya no son algo inconfesable y la gente se anima a hablar.
Conclusión para los inversionistas
«De cara al futuro, es esencial que el sector de la salud siga centrado en un objetivo común: garantizar que todo el mundo, independientemente de sus circunstancias personales, tenga acceso a una atención médica de alta calidad y muy asequible», explicó a la revista Forbes Anthony Capone, presidente de DocGo, un proveedor líder de servicios de salud móviles y transporte potenciados por inteligencia artificial.
Cuando pensamos en desarrollos y oportunidades de inversión en salud mental, la telemedicina es una solución central. Ayuda a los pacientes a recibir atención sin necesidad de acudir personalmente a la consulta. Además, el monitoreo remoto de los pacientes está ganando cada vez más aceptación. Su popularidad ha crecido exponencialmente a lo largo de la pandemia, y ahora incluye tecnología ponible con funciones impresionantes, entre las que se incluyen el monitoreo remoto de las constantes vitales y los ecocardiogramas a distancia. De no haber sido por la pandemia, probablemente el sector de la salud habría tardado otra década en llegar a donde está hoy.
Aunque el intercambio y la recolección de datos siguen siendo un reto en lo que respecta a la asistencia médica, pensamos que la tecnología avanzada es una herramienta clave para garantizar que todo el mundo tenga acceso a una asistencia asequible, esperemos que muy pronto.