Mirando en la misma dirección
Desde sus inicios, el festival siempre ha apoyado a los jóvenes talentos y continúa promoviendo a los músicos emergentes a través de su nueva plataforma musical digital «Spotlight». Esta ambiciosa iniciativa contará con el apoyo de Julius Baer, nuevo socio global del festival. «Si comparamos nuestro ADN con los valores de Julius Baer, nuestra autenticidad, calidad, hospitalidad y la forma en que ambos tratamos a nuestros clientes, hay interesantes sinergias que podemos aprovechar», explica Mathieu. «Compartimos los mismos valores orientados al futuro, la ambición internacional, la estrategia de innovación y, lo más importante, nuestro empeño en apoyar el arte excepcional y a la próxima generación de músicos».
Julius Baer también colaborará con las próximas ediciones del «Autumn of Music» de la Fundación Montreux Jazz Artists, y se ofrecerán posibilidades de acogida en las ediciones del Montreux Jazz Festival en Río de Janeiro (Brasil) y Hangzhou (China).
Cuando los sueños se hacen realidad
Claude Nobs, el inolvidable fundador del festival, contrató a Mathieu a los 24 años como jefe de marketing y patrocinio, quien, al cabo de un año, fue nombrado secretario general. Tras muchos años trabajando bajo la tutela de Claude, comenzó a desarrollar los valores y el ADN del festival por su cuenta, llevándolos al siguiente nivel.
«Cuando Claude fundó el festival en 1967, mi padre fue uno de los amigos a los que pidió ayuda. Vi fotos de ellos trabajando juntos y formar parte del festival, no como músico, sino como organizador, se convirtió en uno de mis sueños. Conocí a Claude cuando tenía 16 años. Me pidió que organizara recepciones en chalets para los artistas en las montañas durante el festival. Lo hice durante seis años mientras estudiaba», explica Mathieu. Su participación en el festival no ha cesado desde entonces. Comenzó a trabajar hombro con hombro con Claude inmediatamente después de graduarse en la Escuela de Hotelería de Lausana. «¿Sabes por qué te elegí?», le preguntó una vez Claude: «Porque sé que respetarás el ADN del Festival que creé».
«Por supuesto, me sentí muy honrado y emocionado», comenta Mathieu. La estrecha relación entre ambos adquirió un significado especial cuando Claude falleció repentinamente en 2013: «Tener estas palabras en mi corazón me dio un enfoque inquebrantable. Todo el mundo se preguntaba por el futuro del festival. Yo sabía lo que Claude había logrado y no quería mirar atrás con nostalgia. Quería usar el pasado para llevar el festival hacia el futuro». Era natural que Mathieu tomara el relevo y se convirtiera en el CEO del festival.
Gran festival, grandes valores
Dado el espectacular paisaje de Montreux, es fácil entender por qué uno no querría irse nunca. Tiene unas vistas impresionantes del lago de Ginebra y los majestuosos Alpes que se alzan al fondo bailan junto al público. Pero no es solo la sorprendente puesta en escena lo que distingue al festival. «La hospitalidad, la intimidad y la sensación de que nada es imposible», explica Mathieu.
El Montreux Jazz Festival es una cita ineludible para la industria musical, a pesar de su capacidad relativamente reducida. El Auditorio Stravinski, principal escenario de Montreux, tiene una capacidad de 4.000 personas. Durante sus 16 días, el Montreux Jazz Festival recibe a unas 200.000 personas, mientras que Coachella o Glastonbury acogen a 150.000 visitantes al día. «La cuestión no es cómo pagar a los artistas, sino cómo hacer que vengan por la experiencia», añade Mathieu. «El éxito de un festival depende de los detalles. A menudo, conseguir que los artistas estén contentos con los pequeños detalles marca la diferencia». Detalles como la historia, el escenario, la calidad de la acústica, la intimidad de los recintos y la ausencia de restricciones horarias. Los artistas también gozan de la libertad de actuar durante horas y horas, si lo desean.
El ADN frente a la pasión
Como siempre, los ojos de Mathieu permanecen fijos en el futuro de manera decidida. «La industria musical se mueve muy rápido, pero la innovación es parte integral de nuestro ADN. Empezamos a usar la televisión de alta definición 25 años antes de que estuviera disponible en Suiza, y seguimos usando las nuevas tecnologías para llevar al festival al futuro». ¿Pero no existe el peligro de que el festival pierda el contacto con aquello que lo hacía tan especial? Mathieu explica: «El principal reto del Montreux Jazz Festival es mantenerse fiel a nuestra estrategia original. Podríamos hacer muchas cosas, pero hemos decidido que nuestro mayor activo es nuestra historia, nuestra marca, nuestro contenido y nuestra audiencia. Así que debemos basarnos en estos elementos para desarrollar la marca hasta donde podamos».
Una de las cosas que más les gusta a los artistas que vienen a Montreux es que pueden relajarse y disfrutar de la experiencia. Pueden tocar las canciones que deseen, en lugar de ceñirse a un álbum concreto, y tienen libertad para expresarse de maneras únicas. Todo está diseñado para emprender una aventura muy especial. «Para los artistas jóvenes que vienen a Montreux es una oportunidad fantástica de tocar en el mismo escenario en el que se presentaron leyendas como David Bowie o Prince. Es un honor que definitivamente lleva sus carreras a un nuevo nivel».
Ocasionalmente, la gente le pregunta a Mathieu qué haría si no trabajara en el Montreux Jazz Festival: «Odio esta pregunta porque no tengo respuesta. Cuando terminé mis estudios, soñaba con trabajar para el festival. ¡Y así fue! Después de mi primer día, soñaba con trabajar al día siguiente, y luego soñaba con la semana siguiente, el mes siguiente, el año siguiente... ¡y eso me llevó a otra semana, otro mes y otro año! Veinticinco años después, sigo aquí. Lo único que diré es que este festival necesita pasión. Y si un día pierdo esa pasión, espero ser lo suficientemente fuerte como para dejarlo, porque se merece gente que verdaderamente sienta pasión».
Esta combinación de valor y pasión es precisamente lo que hace que el festival sea tan especial y lo que Mathieu Jaton y su equipo han logrado ofrecer de una manera tan maravillosa desde que escuchó las inspiradoras palabras de Claude Nobs hace muchos años.