Acerca de Marcello Gandolfi, Global Head of Programs en CODESPA
Marcello es un economista apasionado por el desarrollo internacional que, además, trabaja como coach y profesor. Desde 2013, Marcello dirige el área de programas de CODESPA para promover cadenas de valor más inclusivas en la industria de las algas marinas a escala global. Desde 2017, también trabaja como experto en turismo comunitario para la Universidad George Washington y la Academia de Turismo de la ONU, y recientemente obtuvo el título de profesional certificado en Economía circular del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT). Su pasión es acercar el mundo de las finanzas y los negocios a los empresarios vulnerables, aprovechando las oportunidades de mercado para generar mejores condiciones de vida. Antes de su incorporación a CODESPA, trabajó en Albania, Nepal, Ecuador, Perú y Bolivia apoyando a empresarios locales y desarrollando soluciones de mercado para la reducción de la pobreza.
Marcello, durante los últimos 35 años, CODESPA ha trabajado para desarrollar mercados rurales y apoyar a pequeños empresarios. Según su experiencia, ¿cuáles son los retos subyacentes que obstaculizan el éxito de los agricultores y la prosperidad de sus comunidades?
En CODESPA tenemos la misión de contribuir a que 10 millones más de personas salgan de la pobreza y prosperen en las regiones más desfavorecidas de América Latina, África y Asia a través de nuestro enfoque escalable para el desarrollo del mercado rural dirigido por la comunidad. Nuestro objetivo es empoderar a los empresarios facilitándoles acceso a conocimientos, mercados y servicios financieros. Hoy en día, los productores de cualquier zona remota pueden vender sus productos —arroz, café, algas, por nombrar solo algunos— a empresas internacionales para que los consumidores de cualquier parte del mundo puedan comprarlos y disfrutarlos. Esta es la magia y la promesa de los mercados globales. Sin embargo, a pesar del enorme potencial que tienen en sus manos, las comunidades locales siguen siendo vulnerables y tienen dificultades a la hora de participar de forma rentable en estos mercados.
El primer reto es una paradoja: muchas comunidades están situadas en zonas protegidas, ricas en recursos naturales que, en la mayoría de los casos, representan su mayor activo. Para los cultivadores de algas de Hinatuan, en el sureste de Filipinas, por ejemplo, vivir en una zona remota del océano Pacífico con acceso a agua marina muy limpia y no contaminada, representa un gran valor agregado. Pero se trata de una zona aislada y alejada de los principales actores del mercado. La primera ineficiencia radica en la falta de conexión con el mercado principal y la multiplicación de actores en la cadena de valor. Al estar tan aislados, los agricultores dependen de intermediarios que suelen pagar el precio más bajo posible. Como resultado, pierden poder en el mercado.
El segundo reto está relacionado con las empresas privadas. La eficiencia es clave para cualquier gran actor del mercado: las empresas no quieren comprar materias primas a miles de agricultores pequeños, sino preferiblemente a un número menor de grandes proveedores. Los intermediarios negocian con los productores locales y fijan el precio: muy bajo para los agricultores, mucho más alto para las empresas privadas. Los pequeños agricultores no conocen el funcionamiento de las empresas, ni sus estándares y requisitos. Tampoco son conscientes de su propio valor en el mercado. CODESPA les ofrece formación y los pone en contacto con empresas privadas. Los ayudamos a crear sus propias empresas, a definir su propuesta de valor y a hacerse independientes y exitosos progresivamente.
El tercer reto es el financiamiento. Los empresarios con los que trabajamos carecen de capital para hacer las inversiones que necesitan, como adquirir maquinaria o infraestructura. También carecen de capital de trabajo. Como no disponen de ahorros, necesitan vender rápido para satisfacer las necesidades inmediatas de sus familias. Si tuviesen un capital que les permitiese esperar y vender a un precio más alto o negociar mejor colectivamente, sus ingresos podrían ser mucho mayores. CODESPA les proporciona capital para invertir en tecnología, así como un capital que les permite negociar y operar estratégicamente.
Las ineficiencias en la cadena de valor son un gran agravante del actual problema mundial de desigualdad en la distribución de la riqueza. ¿Cómo se materializa esto en el sector de las algas marinas en Filipinas?
Las algas de alta calidad tienen una gran demanda en los mercados mundiales. Se procesan como carragenano, que se usa en la industria alimentaria y de bebidas. Las algas también se usan en la industria farmacéutica y cosmética por sus propiedades gelificantes, espesantes y estabilizantes. Los compradores buscan desesperadamente grandes volúmenes de esta alga específica, que crece casi exclusivamente en las remotas costas del Pacífico Sur.
La calidad de las algas depende de un proceso de secado adecuado, el cual debe durar cierta cantidad de días hasta que se alcance el grado de humedad correcto. Como los agricultores están constantemente necesitados, venden demasiado rápido a los intermediarios, lo que merma la calidad y, por tanto, los ingresos. Los intermediarios compran a cientos de agricultores al precio más bajo, finalizan el proceso de secado de acuerdo con las normas de calidad y venden a los fabricantes a un precio elevado. El resultado es una cadena de suministro desequilibrada, en la que todas las ganancias se concentran en manos de unos pocos intermediarios, mientras miles de agricultores pierden valor y permanecen estancados en condiciones inseguras y sin perspectivas.
Ante esta situación, vimos la oportunidad de establecer una vínculo directo entre las empresas internacionales y los agricultores. Apoyamos a la comunidad de agricultores de Hinatuan mediante cursos de capacitación, los ayudamos a agruparse en la Asociación de Productores de Algas Marinas de Hinatuan (HSWPA) y los pusimos en contacto con CEAMSA, un procesador de algas español con sede en Manila.
¿Cuál era el obstáculo para que los agricultores se relacionaran directamente con las empresas privadas antes de la intervención de CODESPA? ¿Qué hizo posible esa interacción?
Falta de confianza. Otras iniciativas anteriores en Filipinas, dirigidas por organizaciones no gubernamentales internacionales, fracasaron debido a dos problemas: algunas empresas no respetaron el acuerdo sobre precios, lo cual decepcionó a los agricultores y les hizo perder la fe en el potencial del mercado. Por otra parte, las empresas invertían tiempo en compartir información valiosa con los agricultores y, en cuanto aumentaba la calidad, algunos de ellos vendían toda su producción a otros compradores, infringiendo el acuerdo por unos céntimos más.
El objetivo fundamental de la Fundación Julius Baer, que nos apoya en Filipinas, es garantizar la colaboración entre los actores situados en la cima y en la base de la pirámide de riqueza. Impulsados por este objetivo, nos pusimos en contacto con CEAMSA Asia y empezamos a propiciar la relación con HSWPA, trabajando para equilibrar las expectativas mutuas y ayudando a generar confianza. Inicialmente, CODESPA se enfocó en garantizar que CEAMSA pagara el precio acordado y que los agricultores se comprometieran a vender exclusivamente a CEAMSA durante un año completo tras el inicio de la colaboración. Y funcionó.
En el segundo año, HSWPA tenía la opción de vender a otros compradores, pero decidió continuar la relación con CEAMSA. En este punto, la conexión humana entre las partes implicadas se convirtió en el verdadero punto de inflexión de esta historia. El director general de CEAMSA, también un filipino de Cebú, convirtió este proyecto en parte de su ambición personal y profesional. Él y su equipo visitaron la comunidad en múltiples ocasiones, ofrecieron capacitación y asesoría, y garantizaron orientación y apoyo a distancia siempre que fuera necesario. Posteriormente, una delegación de agricultores viajó a la planta de CEAMSA en Manila —muchos de ellos salían de Hinatuan por primera vez en su vida— para informarse sobre el proceso de transformación y las necesidades de la empresa. Se generó confianza y el proyecto prosperó.
Hoy en día, el caso empresarial es sólido: el proyecto genera rendimientos considerables en términos de mayor calidad y menores costos de transacción y procesamiento para el fabricante. Gracias a la transferencia de conocimientos facilitada por CEAMSA, las algas de HSWPA están hoy entre las de mejor calidad de la región. Después de la entrega en la planta, se pueden omitir los pasos de clasificación y limpieza, y pasar directamente a la producción, lo que aumenta la eficiencia y reduce los costos para CEAMSA. Al prescindir de los intermediarios, CEAMSA también redujo los costos de transacción: menores costos para ellos, ingresos mucho mayores para los agricultores.
Esta transformación no ocurre de la noche a la mañana y requiere compromiso y flexibilidad. CEAMSA invirtió el tiempo y los conocimientos de sus colegas en instruir a la comunidad y adaptó sus planes de pago a las necesidades de los agricultores. El factor confianza se está convirtiendo en nuestra norma. Tras trabajar con CEAMSA, estamos transfiriendo este modelo y estableciendo contactos entre empresas privadas y actores del mercado vulnerables en otros sectores, como el cacao, el café o el turismo.
¿Cómo ha cambiado la vida de los agricultores y la comunidad gracias al programa?
El proyecto aumentó los ingresos de los hogares locales en un 80 %, lo que mejoró claramente las perspectivas de toda la comunidad. Otro logro clave es la visibilidad. Con frecuencia, las comunidades vulnerables representan un problema para las autoridades locales, que deben hacer frente al bajo nivel de empleo, la seguridad social y la demanda de servicios. En Hinatuan, la comunidad de agricultores empezó a regularizar sus negocios y a pagar impuestos, convirtiéndose con el tiempo en ciudadanos visibles y prominentes. Este éxito animó al municipio a invertir en la comunidad, apoyando a HSWPA mediante créditos financieros. También se invirtió en infraestructura para un nuevo almacén e instalaciones. Se trata de un hecho excepcional que muestra cómo la comunidad de agricultores pasó de ser un problema para Hinatuan a convertirse en un activo: de la invisibilidad al éxito.
El tercer cambio tiene que ver con la autoestima: imagínese lo que ocurre cuando los agricultores, que llevan toda la vida viviendo en su aldea, empiezan a viajar a Manila, negocian el valor de su producción, vuelven, organizan, envían y luego reciben el primer pago. Es entonces cuando se produce la magia, porque queda demostrado que su sueño es posible y que hay un futuro para su comunidad.
Por último, la comunidad de agricultores se preocupa de verdad por el ecosistema. Son conscientes de que el patrimonio natural es su activo más importante y dejaron de utilizar dinamita para pescar de forma más productiva para centrarse en la siembra sostenible.
¿En qué iniciativas futuras está trabajando para ayudar a los agricultores de Hinatuan a potenciar su prosperidad?
Ahora queremos innovar a varios niveles. A escala local nos enfocamos en dos pilares principales: El primero es «ecologizar» aún más la cadena de valor para cultivar algas aún más limpias y ofrecer a los clientes una mayor ventaja competitiva. También estamos trabajando en un enfoque de economía circular que nos permita reutilizar todos los residuos de algas que no se vendan para fabricar otros productos de valor agregado. Como el volumen de producción de algas crece rápidamente, también aumentarán los residuos y las emisiones de metano asociadas. La producción de biofertilizantes ayudará a reducir las emisiones y convertirá los residuos en un subproducto rentable.
A nivel mundial, el carragenano obtenido de algas marinas se usa en productos que van desde carnes procesadas hasta bebidas, dentífricos, cosméticos, etc. Su uso está muy extendido. ¿Qué pasaría si los compradores de todo el mundo exigieran a los distribuidores que certificaran que sus algas se producen siguiendo este estándar de sostenibilidad? Este caso empresarial está siendo estudiado actualmente por la IESE Business School de Madrid. Si logramos que nuestro enfoque se convierta en el estándar global para un mercado de algas sostenible en todo el mundo, juntos podremos impulsar un cambio sistémico en el sector con un inmenso valor agregado para todos los participantes en la cadena de suministro de las algas.