Comprender los intereses compuestos puede ser complicado. Es similar a observar el crecimiento de los hijos: viéndolos a diario, no se notan grandes cambios, pero un pariente que los ve después de mucho tiempo queda sorprendido al ver cuánto han crecido. O, dicho de forma que un adolescente entienda, es como una publicación en redes sociales que se vuelve «viral». Un contenido compartido por unos pocos usuarios se propaga rápidamente, creando un efecto dominó. Un público que crece y comparte atrae, a su vez, a un público que crece y comparte, lo que hace que más usuarios lo vean y, de repente, la publicación se hace tendencia.

Lo impresionante del interés compuesto es cómo un pequeño cambio puede generar un crecimiento exponencial. Si algo se compone (es decir, si un pequeño crecimiento proporciona el combustible para un crecimiento futuro), una pequeña base inicial puede conducir a resultados tan poderosos que parecen increíbles. De hecho, estos efectos pueden ser tan sorprendentes que a menudo subestimamos su potencial y su origen.

El valor de obtener un porcentaje extra

Los intereses compuestos tienen un gran impacto en sus inversiones, pues generan «intereses sobre intereses». Con el tiempo, este efecto puede aumentar drásticamente sus ahorros. Y cuantos más años tenga para invertir, mayor será la diferencia en sus rendimientos.

Consideremos un ejemplo con dos hijos. Cada año, y desde el día de su nacimiento, usted les da 1000 CHF a cada uno. El primer hijo coge el dinero y lo mete en una lata debajo de su cama, mientras que, el segundo, invierte en un fondo de acumulación que sigue uno de los principales índices, como el S&P500, el cual, para efectos de este ejemplo, tiene una tasa de interés promedio de 5%.

Al cumplir 18 años, el primer hijo tiene 18 000 CHF, mientras que el segundo, beneficiado por los intereses compuestos, ha acumulado 29 539 CHF. Esto representa un asombroso 64% más, aunque la tasa de interés promedio anual era solo del 5%. Es más, como el poder de los intereses compuestos empieza a funcionar a pleno rendimiento cuanto más tiempo se ahorra, los incrementos de los que disfrutó el segundo hijo, cada año, seguirían creciendo de forma desproporcionada. De hecho, si los dos hijos hubieran seguido ahorrando de la misma forma hasta cumplir los 25 años, el segundo habría ahorrado más del doble que su hermano.

Aproveche el tiempo como una ventaja

Este ejemplo corrobora uno de los mantras favoritos de Julius Baer para invertir con éxito: «pasar tiempo en el mercado es más importante que buscar el momento preciso». Muchos inversionistas se concentran tanto en los ciclos económicos, las estrategias comerciales y las apuestas sectoriales que olvidan la lección más poderosa e importante: la que nos enseña el interés compuesto. Mantener las inversiones. De hecho, los estudios demuestran que invertir en el S&P500 y esperar 20 años suele producir mejores rendimientos que las carteras gestionadas activamente.

Warren Buffett es el inversionista más citado, pero poca gente presta atención al hecho más simple: la riqueza de Buffett no se debe solo a su asombrosa perspicacia inversora, sino a haber sido un buen inversionista durante un tiempo excepcionalmente largo, desde que era un niño. Él mismo dice: «Mi vida es el producto de los intereses compuestos»

Esa es la lección crucial que los inversionistas pueden aprender sobre la composición. Una buena inversión no implica necesariamente perseguir los mayores rendimientos, ya que estos pueden ser difíciles de encontrar y de repetir. Se trata de obtener rendimientos sólidos que se puedan mantener y repetir durante el mayor tiempo posible. Es entonces cuando se desata el poder de la composición.

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