Los alimentos son algo más que unas cuantas calorías en un plato que, con suerte, saben bien. La alimentación está indisolublemente vinculada a la salud humana y la salud del planeta. La cadena de suministro de alimentos tiene un gran impacto sobre el medio ambiente, por ejemplo, y es responsable de más del 20 % de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero y de hasta el 70 % del consumo de agua dulce disponible a nivel mundial. Para poder alimentar al mundo en el futuro, no solo habrá que aumentar la producción, sino también reducir la huella ecológica de nuestros alimentos.
Los hábitos de consumo están cambiando
La alimentación es el factor más importante a la hora de optimizar la salud humana y la sostenibilidad ambiental del planeta. Los hábitos de consumo alimentario están cambiando, sobre todo en los países desarrollados. El vegetarianismo y el veganismo están en auge, la demanda de alimentos de producción local y ecológica está creciendo, y la gente cada vez se preocupa más por su salud y los efectos derivados de la nutrición. Aparte de la salud, las cuestiones éticas planteadas acerca del bienestar animal y el cambio climático son fuerzas motrices que llevan a los particulares a sustituir lo que consumen por alternativas a los productos de origen animal. La carne vegetal promete ofrecer un sabor similar con una huella ecológica mínima en comparación. Gracias a la carne creada en laboratorio, no habría que cambiar los hábitos alimentarios ni sacrificar animales.
A pesar de que la concientización creciente sobre los factores ambientales y de salud están estabilizando el consumo per cápita en los países occidentales, es importante recordar que cerca del 70 % del crecimiento futuro del consumo de alimentos tendrá lugar en los países en desarrollo. A medida que estos países incrementen el uso intensivo de sus recursos, muchos deberán afrontar en última instancia la decisión de equilibrar la seguridad alimentaria y el crecimiento económico. En muchos casos, el recurso limitante será el agua.
Avances en tecnología y ciencia de los alimentos
Los progresos en tecnología agrícola, la globalización y el aumento del nivel de vida continúan ampliando la disponibilidad de alimentos. A medida que las economías se desarrollan, el consumo de alimentos procesados de preparación rápida y alto contenido energético está sustituyendo gradualmente la ingesta de alimentos básicos. A esta tendencia es atribuible el crecimiento considerable del volumen de ingredientes como aceites vegetales, azúcares y carne, que aumentaron más del 100 % en los últimos cincuenta años.
En combinación con las tecnologías de semillas y fertilizantes, el riego ha sido un catalizador clave para aumentar la productividad agrícola. En el siglo pasado, el uso del agua a nivel mundial creció a un ritmo que duplica el del crecimiento demográfico, y la irrigación representa hoy el 70 % de su uso total. En muchas regiones se están disparando la extracción excesiva de agua subterránea y la competencia creciente entre los sectores agrícola, industrial y la propia sociedad por unos recursos hídricos cada vez más escasos. La naturaleza finita de nuestros recursos hídricos y de otra índole está alimentando el impulso hacia una mayor productividad y eficiencia en la producción agrícola.
Además de los descubrimientos biotecnológicos, la agricultura de precisión y las mejores prácticas agrícolas, el concepto de «agua virtual» también contribuirá de manera importante a encontrar soluciones sostenibles para alimentar al mundo. A medida que la escasez de agua aumente, importar materias primas agrícolas a granel con riego intensivo, en lugar de aumentar su producción, permitirá reasignar los valiosos recursos hídricos a usos industriales, ambientales o sociales con mayor valor agregado. En consecuencia, la producción agrícola se redirigirá cada vez más hacia países con abundancia de recursos naturales.